En 1940, Karl von Frisch, uno de los tres grandes etologos del siglo XX, escribió un librito de divulgación traducido por Eudeba llamado “Diez pequeños compañeros de casa”. El subtitulo era “El mundo de los seres despreciados”. Con compasión microscópica nos introducía en el proceso domestico de cohabitación entre especies con una advertencia: «No se puede censurar a la dueña de casa si se siente impulsada a efectuar una limpieza a fondo. Pero es necesario destruir todas las telarañas de la casa?” (1)
La primer maxima del Gral. San Martin, decía: «Humanizar el carácter y hacerlo sensible aun con los insectos que nos perjudican. Stern ha dicho a una mosca abriendo la ventana para que saliese: Anda, pobre animal, el mundo es demasiado grande para nosotros dos.” (2) De aquella libertad sin fronteras pasamos al paradigma de la frágil interdependencia de lo vivo. Todos los días, nos llega un correo que nos urge a actuar para evitar la extinción de alguna especie. Peticiones para evitar el ecocidio de las abejas se convierten en la causa del cognitariado. Encerrados en nuestras casas, nos vemos obligados a ejercitar habilidades táctiles: urdir tramas que nos enlacen con los no humanos, cuerdas que nos unan, contratos: las telarañas de nuestro mundo común.
Mc Luhan decía que este pasaje del entorno visual de la alfabetización, al eléctrico de la información, implicaba un proceso de sensibilización táctil. «Las arañas con tela han ejercitado su tacto desde tiempo inmemorial, si pudieran hablar no nos contarían que aspecto tiene un insecto, sino como tiembla” (3). El tacto es el sentido integral, el que relaciona a todos los demás y por eso asociaba al artista con un sensor.
En 1973 von Frisch escribió otro libro para demostrar que las capacidades constructivas de los animales antecedían a las humanas, y en términos de precision, eran superiores. “Arquitectura animal” tenia en su tapa una araña y su tela. El antropólogo Tim Ingold invento un dialogo platónico entre una hormiga y una araña para explicitar modos de performatividad animal. “La esencia de la acción” dice la araña «no yace en el pensamiento previo sino en el acople de movimiento corporal y percepción”. 4) Los hilos se tensan y vibran y esto es lo que percibe la araña. La telaraña es una relación táctil entre forma y sensibilidad que permanece abierta, de ahi su atractivo para el arte. ”El practicante con capacidades es aquel que puede continuamente ajustar sus movimientos a las perturbaciones del ambiente percibido sin interrumpir el flujo de la acción”.(5) Es mediante estos ajustes precisos de nuestra sensibilidad que podremos percibir las nuevas preguntas que producen los animales, ahora que nosotros somos los pequeños compañeros de casa?
Mauricio Corbalan. Marzo 2017
1) «Diez pequeños compañeros de casa». Karl von Frisch. Eudeba, 1966.
2) «Máximas del Gral. San Martin a su hija Mercedes”. Bruselas, 1825.
3) «Diez pequeños compañeros de casa». Karl von Frisch. Eudeba, 1966.
4) Chapter 11. «When ANT meets SPIDERS: Social Theory for artropods” Tim Ingold.
5) Chapter 11. «When ANT meets SPIDERS. Social Theory for artropods” Tim Ingold.