Alejandro Galliano, escritor de Los Dueños del Futuro, columnista de medios digitales y colaborador de m7red ha publicado un artículo sobre la visita de m7red y el equipo de Nai101 al Mercado de La Salada en la revista Panamá, contextualizándola a la luz de los últimos resultados electorales nacionales. A continuación un extracto:
«El mes pasado vinieron a la Argentina, invitados por m7red, Peter Mörtenböck y Helge Mooshammer, dos urbanistas que coordinaron una red global de colaboradores para reportar y mapear 72 mercados informales en todo el mundo. El registro oficial sigue siendo la lista de «notorious markets» (mercados de mala fama) que confecciona cada año la Oficina del Representante Comercial de los Estados Unidos, que vigila y advierte sobre casos de piratería, falsificación y otras violaciones a la propiedad intelectual. Allí figuran el Mercado de Tepito mexicano, La Salada argentina, el Petrivka ucraniano y una plétora de mercados asiáticos, con India y China a la cabeza, cuya creciente centralidad global los transforma en un problema geopolítico. Hay mercados intersticiales que aprovechan franjas de tiempo y/o espacio dentro de la saturación urbana, como las «ferias de madrugada» de Hong Kong y San Pablo, o el viralizado Maeklong de Bangkok, al borde del ferrocarril. También están los mercados de frontera como Ciudad del Este y El Paso, donde circulan bienes y personas entre sistemas legales, monetarios y sociales distintos. Una frontera separa tanto como une y la informalidad es territorial y global a la vez.
Mörtenböck y Mooshammer aprovecharon su visita para recorrer La Salada. Al escuchar el ruido de la cinta de embalar rodeando uno de tantos bultos de mercancías, Helge dijo: «Ese es el sonido de fondo de todos los mercados informales, desde Rusia hasta acá». Los mercados informales son un fenómeno territorial, incrustado en condiciones geográficas, culturales y políticas totalmente locales y particulares. Pero también son una plataforma global, presente en todo el mundo, integrada plenamente a la circulación de los bienes y personas (y virus, ideas, etc.) que los flujos tecnofinancieros arrastran y empujan por el planeta, que saben aprovechar las posibilidades tecnológicas del capitalismo 4.0 y disputan palmo a palmo una superficie terrestre cada vez más escasa y peliaguda con los Estados nacionales (que van calibrando su tolerancia), las grandes corporaciones (cuyas marcas difunden y/o falsifican) y los organismos internacionales (que los observan de cerca sin poder actuar sobre ellos).»