Editorial de la Revista Argentina de Medicina octubre 2017.
BUENOS AIRES — VOLUMEN 5 — NÚMERO 3 — OCTUBRE 2017
Los recurrentes accidentes de la mina Veladero en la provincia de San Juan (1) o la catástrofe de Bento Rodrigues en Minas Gerais (2), Brasil, en noviembre de 2015, nos traen una imagen: la de un derrame, de un desplazamiento, la de un movimiento. Pero no es la imagen del movimiento tradicional mecánico con el que estamos acostumbrados a pensar, aquel del cambio de la posición de un cuerpo a lo largo del tiempo respecto de un sistema de referencia. En una inversión inquietante y dolorosa, lo que parece cambiar de posición no es el cuerpo sino el mismo marco de referencia. El cuerpo, el cuerpo de los afectados (humanos y no humanos) parece aquello inmovilizado y errático al mismo tiempo; a merced de su propia localización y forzado a movilizarse simultáneamente. Si lo que se mueve es aquello sólido y estable que, se supone, es nuestro sistema de referencia, es el piso lo que se mueve bajo nuestros pies en estas catástrofes. Se pierde así la noción de movimiento desde el punto de vista del cuerpo; lo que se mueve es su medio asociado; su entorno se desplaza y se despedaza… Pio Torroja.