notas fragmentarias sobre lo público y el gobierno de los expertos o CEOS.
Violencia como forma de acción política.
«Frente a la proliferación de los reclamos, el gobierno decidió sitiar con fuerzas de seguridad el centro de la ciudad, de manera de colocar a los participantes en una situación de vulnerabilidad desde antes que la manifestación comenzara. Se trató de un operativo desproporcionado y violento que buscó intimidar, reprimir y castigar el ejercicio del derecho a la protesta», CELS el derecho a la protesta en peligro.
Sin protocolo, sin consenso; no hay más que constatar que se trato del establecimiento de un estado o zona de excepción o zona liberada (donde las leyes quedan suspendidas temporalmente). Cómo es esa zona, como funciona, queé espacialidad produce y promueve? Cómo interactúa esa zona con el espacio producido colectivamente por la manifestación? Qué manera tenemos de explicitar el sistema que forman la vulneración de los derechos y el corrimiento en el uso del espacio público (es decir en la producción del mismo). No hay ni espacio público, ni innovación que puedan ser completamente institucionalizados; estamos viendo el fracaso de todo un proyecto político y de toda una generación de «expertos» urbanos, porque ese «resto» al que no puede darse forma, al que no se lo puede normar ni normalizar, es una resultante emergente, imprevisible, una resolución de problemas que nunca fueron planteados, por eso no pueden ser calculados, expertizados, ni mucho menos conservados.
Recordemos que el estado de excepción fue la base sobre la que se construyo la violencia sistemática durante la dictadura del 76.
«no se dieron explicaciones sobre ningún aspecto del operativo: no se informó cómo estuvo organizado, cuál es la justificación para poner en la calle a cuatro fuerzas federales ni qué directivas tenían. El modo de actuación de la Gendarmería y de las otras fuerzas indica que el operativo estaba dirigido a impedir que los manifestantes llegaran a las vallas y a reprimir como mensaje intimidatorio. No hay ninguna otra explicación para el armado de un operativo de estas características. El uso de la fuerza y de las armas llamadas “menos letales” fue contrario a todos los protocolos: hubo disparos de balas de goma indiscriminados y al cuerpo, los gases lacrimógenos se utilizaron sin ninguna precaución, lo mismo ocurrió con el gas pimienta que fue utilizado de manera abusiva. Además, las fuerzas de seguridad buscaron limitar el trabajo periodístico con disparos y bloqueos para que no se tomaran imágenes de las detenciones ni de los heridos». CELS
Despolitización, repolitización
Cada vez que la economía se presenta como politica, no sólo estamos ante la imposición de un gobierno de «expertos», sino ante una «normalización» de intercambios y expresiones (la digitalización/bancarización es una expresión de la normalización). Para normalizar hay que estabilizar lo colectivo que es un campo denso y lleno de potencialidades por estar plagado de tensiones, los expertos ejercen un control sobre esto colectivo que podría llamarse de «modulación», se ordenan flujos y dinamicas caoticas haciendolas pasar por puntos de paso obligado y alli se regula la entrada y la salida de energia y/o información. Para normalizar y expertizar hay que despolitizar o de-colectivizar, hacer que lo que es un proceso dinamico y lleno de potencialidades se vea o bien como una forma (estatica y previsible) o bien como un proyecto (dinamico, pero previsible); despolitizar es intentar agotar la energia potencial o mejor dicho transformarla en energia de reserva. Lo potencial siempre es incalculable. Si la despolitización es tomada como estado estable, estamos ante una ideología o un idealismo, no hay colectivo (cultura-naturaleza) que pueda agotar la energía potencial o la configuralidad potencial. Es por ello que la irrupción de lo politico, la repolitización de lo colectivo no puede ser explicada o actuada dentro de un cuadro normal o institucional, trae problematicas irresueltas que son inciertas por que son nodos sobresaturados con multiples resoluciones o futuros posibles. Sin forma y sin proyecto aparece lo público.
De nuevo lo público
…el 19 de diciembre de 2017 nos presenta un problema que no fue suficientemente pensado y digerido o metabolizado por la sociedad argentina, ese problema emerge y se hace pregnante, intenso, en los sucesos de diciembre de 2001, el 19 y el 20; podría enunciarse como una pregunta que pareciera se esquiva insistentemente: cuál es, qué es el espacio colectivo, común? la sucesivas normalizaciones, la reconstrucción de la economía, la reconstrucción de la clase política, etc. dieron la sensación de haber superado esa pregunta. llamar a ese espacio «público» carga con la desventaja de su aparente neutralidad o simplemente en haber sido usado por proyectos neoliberales que lo ataron a una avanzada urbanística e inmobiliaria, pero también política, sobre los bienes comunes. sin embargo propongo rescatar la palabra, para repensarla en su relación con el populus, el pueblo, esa entidad inasible, pero nunca estable, volviendo sobre la «la peligrosa noción de lo que Dewey (1927) ha llamado lo público… la definición de público de Dewey se encuentra tan alejada como es posible de lo que, en Europa, llamamos Estado, especialmente del Estado Hegeliano. Dewey denomina privado al conjunto de las consecuencias de nuestra propia actuación que podemos percibir, que no necesita ser individual o subjetivo, sino que simplemente está conformado por lo que es conocido, predecible, dentro de la rutina y plenamente internalizado. Por oposición, lo público comienza con aquello que no podemos percibir o predecir, con las consecuencias imprevistas, indeseadas o invisibles de nuestras acciones colectivas» (Latour 2001!)
Tanto la palabra como el concepto de lo público, y con ellos nuestra noción cotidiana de espacio (la casa, el edificio, la calle, la plaza, el tren, la estación, el juzgado, el congreso, la ruta), han sido capturadas por «expertos» e instituciones que los han neutralizado, hiperestabilizado en el sentido común -vía acción multimedia- por un lado y «liberado» jurídicamente al mismo tiempo, y con ello se ha secuestrado y manejado como commodity el espacio común real. deberíamos hacer una crítica radical a la actual ideología de la gestión, y de la gestión del espacio, una crítica tanto a la supuesta racionalidad «económica» asociada a la idea del ajuste y optimización, como a una racionalidad política de la conviencialidad alejada del conflicto y estetizada, » contrariamente a todos los sueños de la política racional … Dewey identifica lo público, no con el conocimiento superior de la autoridad, sino con la ceguera. Lo público surge cuando nos encontramos enredados sin saber cómo y por qué; cuando la Soberanía es ciega. En lugar de confiar en el destino de la república a la benevolente supervisión de los expertos que se encargan a sí mismos todas las tareas relacionadas con la voluntad general, Dewey traza un edificio de lo público donde no hay ningún experto capaz de determinar las consecuencias de la acción colectiva, el Estado «debe reinventarse continuamente», por qué la naturaleza, y especialmente las llamadas leyes naturales de la economía, posiblemente nunca podrían ser empleadas para formular la acción colectiva». (Latour)
Parece claro hoy, que una sociedad dirigida por «expertos» e «instituciones de expertos» o hiperinstitucionalizaciones del conocimiento y la percepción, lleva inevitablemente a la violencia. Especialmente cuando la violencia y las fuerzas estatales que la ejercen no son ni objeto de estudio colectivo (salvo excepciones de grupos de afectados que conforman un colectivo de investigación o grupos de investigación activista), ni asuntos o agendas cruzadas entre múltiples sectores; las fuerzas del Estado representan quizás un modelo concreto de cómo funciona la relación entre conocimiento, y equipamiento que es su reverso, y acción, al menos en un amplio espectro institucional local; son grupos que fuerzan su necesidad, que consiguen su mantenimiento autónomo según sus propias reglas y son reactivos a cualquier tipo de auditoría externa, este es nuestro modelo de experticia.
Pero lo público, aquello que no sabemos aún qué es, y que emerge sin calculo, da verdadera información a la vida colectiva; elementos de sentido, actualiza potencialidades de nuestra sociedad y de la relación de esta con su medio, como este 19 de diciembre, lo público aparece «espontáneamente» y configura las relaciones y los espacios, abre a su vez nuevas potencialidades, que son tensiones e irresoluciones nuevas, que hay que saber percibir e investigar, la normalización posterior a los eventos del 2001 es un ejemplo de esta desatención a lo público como incertidumbre colectiva reconocida socialmente, lo público como estado de inminente actualización en sistemas de energías potenciales no puede institucionalizarse, no puede ser reemplazado por una clase de expertos, salvo al precio de la violencia y la represión. Reconocer esta noción de lo público no significa eliminar las instituciones, se trata de no confundirlas con la totalidad de lo real, son parte semiestable de una realidad en constante transformación.